sábado, 4 de febrero de 2012

los adolescentes y la lectura



Fomentar el hábito de la lectura en los niños, es un objetivo que tienen muchos padres. De hecho, es bastante común regalarles libros a los niños pequeños, aún a quienes todavía no saben leer. Pero cuando llegan a la adolescencia, ese entusiasmo de los padres, y sobre todo de los hijos, se va perdiendo. Las prioridades cambian, y no se hace tanto énfasis en el tema.
Los adolescentes tienen un casi natural rechazo a hacer en su tiempo libre, aquello que tienen que hacer por mandato curricular. Por lo tanto muchas veces, los profesores de Lengua y literatura apenas logran que lean (y muy parcialmente) aquello que el programa de estudios les indica. Lamentablemente son pocos los profesores que consiguen que los adolescentes redescubran en esa etapa, el placer que sentían con los libros durante la infancia.
Tal vez uno de los aspectos más importantes sea regalarles libros de los temas que de verdad les interesan, aún cuando no son tan afines a nuestros gustos. Porque hoy día los adolescentes leen y escriben, gracias a la computadora, mucho más que antes.
Solamente se necesita una elección adecuada, basada en los gustos e intereses personales de cada adolescente, para transformar un hábito en un placer.
Los tiempos cambian, las costumbres también y los hábitos de lectura no están exentos de estas modificaciones. La era digital nos trae el nuevo formato de los e-books como futuro soporte de lectura, aunque de momento son varios los lectores que todavía prefieren el papel. ¿El futuro plantea una literatura sin papel o podrán coexistir ambos formatos?
Es cierto que la tecnología tiene sus ventajas y una de ellas es la optimización de recursos en función de un mayor beneficio económico: los libros digitales no necesitan hojas de papel, tinta de impresión ni librerías físicas para ser vendidos y por ende el ahorro en su producción es significativo, a punto tal que esto se ve reflejado en los precios al consumidor.
Pero hay lectores que no sucumben ante la comodidad del e-reader y prefieren seguir hojeando páginas físicas, por eso hoy día los libros tradicionales no han muerto y, pese a que de momento están lejos de ello, hacen su mejor esfuerzo para no perder territorio ante sus descendientes digitales: ediciones más vistosas, con papeles de mejor calidad y con contenidos que fomenten la compra en el tradicional formato. Las políticas educativas fomentan la tecnología digital a través de programas gubernamentales como es el de Conectar Igualdad, que le proporcionó a cada estudiantes y docentes del secundario, una netbook de última generación. Esta adquisición está provocando en los jóvenes estudiantes cambios en los hábitos de lectura, proporcionándoles acceso a las tecnología de la comunicación e información nunca antes visto en el sistema educativo de nuestro país.
Pero mi pregunta es: ¿Cuál será el futuro de los libros de aquí a una década? Es incierto, aunque la proliferación de dispositivos tecnológicos que favorecen la lectura en formatos digitales no deja de crecer: a la par de los e-readers, algunos móviles ya se presentan como alternativos soportes de lectura y los ordenadores tablets también. Bienvenido a una nueva era.